LOS ZORROS DE VILLA FLORES DE NUEVO A LA SEMI FINAL DEL XV TORNEO SUPERIOR DE BALONCESTO DE LA PROVINCIA DE SAN JUAN !.

24 DE ABRIL: CUANDO ARDEN LOS HORNOS

Por Bolívar Beltré

El 24 de abril del 1965 pudo haber sido un día cualquiera de los tantos que tienen los tantos años que la humanidad conoce. Pero en este país no fue así. No fue un día cualquiera. Y que bien lo sabe la historia y los hombres y mujeres que la construyen.

Todo lo contrario, esta fecha marcó con el hierro candente del patriotismo, un momento en el calendario que llena de orgullo a todo aquel que ha tenido la dicha de nacer en estas tierras, y que, a su vez, sienta en su corazón el orgullo de ser llamado hijo de Duarte.

Desde el 25 de septiembre del año 1963 el negro nubarrón de la dictadura cubría el corazón de la patria, cuando hombres sin patria ni corazón de verde olivo color, le propinaron artera puñalada al alma de la República.

El gobierno democrático de
Juan Bosch y el Partido revolucionario Dominicano había sido derrocado por malos dominicanos que azuzados por el poder imperial norteamericano, no soportaban la felicidad que brevemente disfrutaban los dominicanos y las dominicanas.

De nuevo el horizonte del país se oscureció, dando paso a la muerte, el terror, la represión, los encarcelamientos, las deportaciones auspiciados por los golpistas que, escudados, en el llamado Gobierno del Triunvirato enlutaron los 48 mil kilómetros cuadrados de patria. Pero no mataron la patria. Definitivamente, no ha nacido quien o quienes dobleguen la patriota estirpe de Canoabo. Es que nuestra existencia como pueblo, república y nación nunca ha estado condicionada a la sumisión. Todo lo contrario. Es la nuestra una historia construida golpe a golpe y sin pedir permiso.

legó lo que tenía que llegar. Tribuna Democrática y
Peña Gómez lo anunciaron "el fin del Triunvirato y sus crímeneY ls y la patria reclamaba la presencia de sus mejores hijos e hijas". Y se presentaron de que forma y con que coraje y con que valentía.

Las calles de Santo Domingo de

nuevo se convirtieron en campo de guerra abierto para la dignidad y la libertad. Los hombres y las mujeres de esta nación le dijeron al mundo que somos de tierra pequeños pero de corazón, inmensos.

Entonces llegó la hora de los hornos y aquellos que enseñoreaban su poder escudado en armas automáticas de altos calibres apuntando al inofensivo y desarmado pueblo, corrían como liebres sin saber hacia donde, perseguido por todo un pueblo reclamante de libertad y democracia.

Razón nunca como cuando tuvo el poeta para decir: Ciudad que ha sido armada para ganar la gloria, Santo Domingo, digna fortaleza del alba.

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